lunes, 3 de octubre de 2016

pokemon-Capitulo 2

    

La historia de la franquicia Pokémon se expande más allá de una década desde que se empezó a trabajar oficialmente en el primer juego hasta ahora y tiene raíces incluso más antiguas. Empezó como el hobby de Satoshi Tajiri, quien desde niño disfrutaba cazando insectos y renacuajos en un bosque cerca de su casa, en el suburbano de Tokio. Pasado un tiempo ese bosque que visitaba fue destruido, y en base a aquel suceso Satoshi decidió poner en práctica su afición de capturar insectos porque quería que los niños disfrutasen tanto como él lo había hecho hasta aquel día. Gracias a la ayuda de Shigeru Miyamoto consiguió que Nintendo valorara su proyecto que finalmente se comercializó el 27 de febrero de 1996. Después de ese día y debido al enorme éxito Nintendo continuó desarrollando juegos de Pokémon para la mayoría de sus plataformas.


Los Pokémon pueden desarrollar vínculos muy especiales con sus dueños, quienes pueden decidir qué hacer con ellos. Algunos tienen a los Pokémon como mascotas, para protegerse de otros Pokémon salvajes, para ayudarles en sus tareas domésticas o incluso para llevar a cabo trabajos, y también hay quienes los utilizan para luchar contra los Pokémon de otras personas en combates Pokémon y medir su potencial (a quienes se les conoce como entrenadores Pokémon) o participar en concursos Pokémon y lucir sus cualidades (conocidos como coordinadores Pokémon).


Los humanos pueden capturar Pokémon con las Poké Balls, que poseen una misteriosa energía que permite introducir a un Pokémon dentro de un espacio muy reducido y permitir transportarlos cómodamente. De ahí lo de monstruos de bolsillo. Sin embargo, para que el Pokémon sea introducido en la Poké Ball generalmente hay que entablar un combate con él para cansarlo o debilitarlo lo suficiente como para que sea capturado. Una vez capturado, el Pokémon puede salir o ser devuelto a su Poké Ball a voluntad del entrenador, pero si el Pokémon es muy testarudo y poco obediente podría escaparse por sí mismo o negarse a entrar.  


   

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